martes, 1 de abril de 2014

Capítulo 2 - Parte 6

Capítulo 2
Un baile en Palacio


Parte 6
Mientras tanto...


Por Lía y Coco

Las luces en el cielo, la música, la fiesta en el gran salón había continuado como si nada hubiera ocurrido. Hatty, que reía como pocas veces, estaba muy lejos de imaginar que la desgracia una vez más caía en su familia. Al terminar los juegos pirotécnicos se reabrió la pista de baile y comenzó a notar las ausencias, a su lado estaba su hermano y Pía, pero el resto de la familia real no aparecía por ninguna parte. Alguien comentó que se habían escuchado gritos, pero se supuso que alguna dama se había impresionado con la pólvora china y pronto se comenzó a hablar de cualquier otra cosa.




Cuando el reloj marcó la una de la mañana, Hatty se puso pálida, había llegado la hora de encontrarse con Espronceda y no era capaz de moverse. Afortunadamente Pía dijo que podía ser por el aire que olía a pólvora y Ferdinand le dijo que debía alejarse un poco de la corriente de aire. Llegó en compañía de Pía al lugar convenido, lejos de miradas curiosas, pero estaba demasiado nerviosa ante la posibilidad de verlo. Se sentó con las manos en el regazo para esperarlo, no fue mucho tiempo pero parecía que pasaban horas. Por algún motivo los recuerdos se amotinaban en su cabeza y no dejaba de pensar en lo que había escuchado sobre las andanzas del pirata en Saye; además, poco antes de la fiesta el Rey la había mandado a llamar para informarle que pensaba casarla. Pero sobre todo eso, sobresalía la imagen del gallardo hidalgo español que la cortejaba.

Se preguntaba cómo sería estar casada, si ella tendría un matrimonio como el de sus padres, como el de su tío, o más bien uno como el de su padre con Cara. No imaginaba en quién pensaba su padre, quizá quisiera enviarla a otro lugar. Sabía que poco o nada tendría que ver en esa decisión. Recordaba los cuentos de príncipes y caballeros que Cari acostumbraba leer. Ella era muy diferente a su hermana, para ella el amor era una imagen de paz y tranquilidad que nada tenía que ver con la sed de aventura de su hermana menor; para ella el amor sólo podía tener la cara de José de Espronceda, el hidalgo español llegado de Nueva España. Un hombre que nada tenía que ver con el reino, sin linaje, sin el nombre necesario para desposarla. "Si tan sólo papá lo eligiera a él... pero eso jamás va a pasar. Debo poner un alto a su galanteo... debo...", no quería llorar, quería que él la viera linda por última vez.
Un par de meses atrás, poco antes de la llegada del invierno y las nevadas, Ferdinand había conseguido que el Rey los dejara ir unas semanas a Saye. Para Hatty, la Costa Septentrional en otoño era el lugar más hermoso del reino. Había habido una discusión muy grande, el Rey había golpeado a Ferdinand y Cari se había interpuesto, luego de eso el Rey accedió a lo que Ferdinand pedía. Ella había reprendido a Cari por enfrentarse al Rey, pero en el fondo le habría gustado ser igual de valiente que su hermana menor.

Las semanas en Saye fueron las más felices de su vida luego de la muerte de su madre. El Palacete de verano era un lugar mucho menos formal, siempre habían largas filas de cortesanos, pero tenían mucho más tiempo para ellos. Ella había podido escaparse con sus damas de compañía a una hermosa bahía para pintar. Había sido fortuito que Ferdinand se ofreciera a acompañar a Nefertari que se había lastimado por culpa de las aventuras de Cari. Pía y ella se alejaron del grupo, Hatty buscaba las flores que Cari le había mencionado. Luego de la discusión que habían tenido, quería tener un detalle con ella. Había una barcaza detrás de las rocas y en ella estaba recostado un apuesto joven, tenía los ojos cerrados y la luz del sol bañaba su rostro. Avergonzada por estar espiando, se retiro nerviosa.

Las damas de compañía comentaban el último escándalo del Rey, un affair que suponían habría tenido con una joven que trabajaba en Palacio, la maestra de música de Hatty; una joven muy bonita llamada Greta que había sido despedida de Palacio por orden del mismo Frederick. No entendía a su padre, estaba casado con una mujer muy hermosa, elegante, buena y culta... y aun así. Ella había intercedido por la joven, había intentado convencer al Rey, incluso había cometido la imprudencia de pedir a Cara que intercediera por Greta. La princesa estaba muy lejos de saber que había sido la mismísima profesora de música la instigadora de la aventura.

Cuando se dio cuenta, se había alejado mucho del grupo, vio cerca las rocas por las que había pasado un rato atrás y decidió cortar camino por ahí. No pudo evitar dirigir la mirada a donde se encontraba el joven, pero la barcaza no estaba. Hatty perdió el pie y cayó al agua. El joven de la barcaza estaba cerca y se lanzó al agua para rescatarla. Cuando Pía, que había escuchado un grito, llegó a su lado, Espronceda la llevaba en brazos. Hatty abrío los ojos y se encontró con los suyos, al recordarlo la piel se le erizaba, sentía que él la había visto como nadie nunca antes lo había hecho. Espronceda se presentó galante y la colocó con extrema delicadeza en la arena, una mancha de sangre en el brazo del joven la había preocupado, por ella se había expuesto y se había lastimado. Luego de ese día Espronceda hacía hasta los imposible por verla, se aparecía en todas partes y su galanteo la atormentaba.
Ferdiand lo invitó para agradecerle la ayuda que le había prestado al rescatar a Hatty y supieron que tenía negocios con Lord Macfadyen, que provenía de Nueva España y que quería establecerse en la Capital. El príncipe le ofreció su ayuda para establecerse, le presentó al Duque de Tennat que vacacionaba con ellos y con su esposa, Lady Romola. Poco después regresaron a Palacio y él siguió procurándola, enviándole cartas poco apropiadas, apareciéndose en todos los sitios a los que ella acudía. Hatty había intentado no pensar en él, no verlo, no contestar sus cartas y sin embargo continuaba con su rutina, se alejaba del grupo para poder verlo, tomaba sus cartas y siempre las respondía, además había aceptado su declaración de amor. Pero su tío había descubierto su secreto y sabía que sus hermanos sospechaban algo, así que debía terminar con todo esa misma noche.

Una mano tocó levemente la suya y lo vio detrás de ella, sonreía con un encanto que era capaz de derretir el hielo. Ella quería decir algo pero Espronceda tomó su mano y la beso con tanto amor y entrega que no sabía qué decir o hacer. El picaporte de la puerta se movió como si alguien intentaba entrar, él la hizo guardar silencio y se acercaron para escuchar. Se escuchaba del otro lado a Fassbender hablar con Van Helsing, el primero tenía un tono de alarma del que Espronceda se percató de inmediato, era difícil comprender o que decía pero mencionó una herida. Hatty se había quedado en silencio, recorrió el brazo de Espronceda, estaba pálida.
- ¿Cuál es tu verdadero nombre? - Ian sintió que el corazón le daba un vuelco.
- ¿A qué te refieres con mi nombre? Ya lo sabes.
- Dime que tu nombre es José de Espronceda, sólo tienes que decirme que es ese y yo te voy a creer. Tu no me mentirías, no es verdad. Tu eres un hidalgo español, no el pirata del que todos hablan.- Hatty lloraba y terminó por desvanecerse levemente.

Ian la llevó hasta el diván y se quedó a su lado, pero no era capaz de hablar. Hatty lloraba y repetía una y otra vez, "Sólo dime que eres Espronceda".
- Mi nombre es Ian Somerhalder... y ya sabes quien soy.- Hatty comenzó a sollozar desconsoladamente.- Mi dulce ángel, es lo único en lo que te he mentido, mis sentimientos, el cariño que siento por ti es real. Tienes que creer en mi.
- No te das cuenta, si antes era imposible, ahora... .- Quería refugiarse en sus brazos, pero no era correcto.
- Antes, ahora, imposible o no imposible, yo te he dicho que te amo y tu...
- No lo digas, por favor, no lo digas... que no te das cuenta que eres... .- A Hatty le resultaba imposible volver a decirlo.
En el gran salón hubo un alboroto y Hatty tuvo que recomponerse para ver que sucedía. Al salir de la habitación tuvo suerte que nadie reparara en ella, era evidente que había llorado. Veía a todas parte pero no estaba ni el Rey, ni Cara, ni sus tíos presentes. De Calderot estaba pálida y afectada, sosteniéndose del brazo de Di Franco. Cari se veía extraña, callada y retraída, y Naty tenía el rostro descompuesto. Ferdinand se acercó a ella, miró de reojo a Ian y no fue muy gentil al tomarla del brazo para que lo acompañara junto a Cari.

Holmes, Fassbender y Van Helsing se habían acomodado de tal manera que podía ver a los invitados, no sabían a quien buscar y eran muchas personas, pero el tiempo con el que contaban era valioso y muy escaso. Fue cuestión de un par de segundos, una vez que Holmes había contado con la autorización del Rey, se difundió la noticia de la muerte de Nicholas como un reguero del pólvora. El desconcierto, el chismorreo y los comentarios no se hicieron esperar. Hatty se desmayó, Cari intentaba mantener la calma pero muchas cosa le habían ocurrido esa noche y estaba emocionalmente desgastada. Al final la fiesta terminó en medio del escándalo.

Cuando los invitados se marchaban Holmes y Fassbender hablaban. Holmes sostenía un pañuelo rojo que tenía un extraño bordado, lo había encontrado junto al Duque y tenía la sensación que era clave para comprender lo ocurrido.

3 comentarios:

  1. Se desató el drama, ahora tenemos una pista para que sigan nuestros detectives.
    Me encanta el contraste de las parejas de la historia, unas más pasionales, otras románticas como Ian y Hatty. Lindo capítulo que va a desencadenar más misterios todavía. Muero de ganas por saber como va a avanzar. Gracias Coco. ^^

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  2. Bueno, buenooo, a Hatty ya le puede cerrar la persiana el sueño, que Espronceda se va a ocupar bien de no dejarla conciliar! qué valiente al salvarla y sin pensar que podía ser descubierto la corteja y la enamora como a mí misma ha hecho!! lo adoro!
    Al rey, hay que cortarle el pescuezo por andar de picos pardos! y a la profesora de música a la hoguera... ¡qué malandrina!
    El misterio continúa... genial!!!!!
    Besis dear!!!

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